Esta misión del Gobierno Venezolano, como todas las cosas, tiene sus matices positivos y negativos.
Al comienzo me pareció una idea interesante en la que personas con ínfimos recursos económicos podrían finalmente contar con una vivienda "digna", como se promueve por estas latitudes.
Sin embargo, con el tiempo me ha parecido que no es tan fabulosa la distribución de esas viviendas... ¿cómo lo hacen? ¿cómo escogen quién va a dónde?
El punto es que esta Misión ha generado un desbalance de múltiples aristas.
Se trata de personas que no están acostumbradas a una convivencia en comunidad enmarcadas por un edificio. Es normal ver en la gran mayoría de las ventanas la ropa tendida para que se seque, lo que afea el acabado del edificio. Por otro lado, las personas que son asignadas al parecer no pasan por un proceso de adaptación o enseñanza y tampoco son "filtradas" para que no sean habitadas por personas de mal vivir que afectarán la vida de toda la comunidad.
Adicionalmente, la Gran Misión, aunque está creando muchas viviendas para todas esas personas de bajos recursos, ha creado una merma de materiales para la clase media, la alta e incluso para la clase baja que ha labrado su camino para obtener su propia vivienda, pero que ahora resulta muy complicado encontrar los insumos necesarios para cubrir también este otro segmento de demandas.
La Gran Misión te quita la libertad de escoger dónde vivirás, o quizás la pobreza es la que hace eso. Pero los que tienen la posibilidad de elegir dónde vivir nos quedamos con menos y menos opciones porque el Gobierno agota los recursos del sector para favorecer una parte de la población y descuida la otra. Y lamentablemente, este aspecto ha sido una constantes en muchas de las misiones implementadas.
Gran Misión Vivienda Venezuela
viernes, 8 de mayo de 2015
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